Redacción ACI Prensa
Un día como hoy hace 39 años, San Juan Pablo II se salvó de
morir en el día en que la Iglesia habitualmente festeja a la Virgen de Fátima.
El 13 de mayo de 1981, cuando el Santo Padre recorría la
Plaza de San Pedro en el papamóvil saludando a los peregrinos, fue herido gravemente
de bala por los disparos del turco Alí Agca.
Como recordara años atrás el ex secretario de San Juan Pablo
II y ahora Arzobispo de Cracovia (Polonia), Cardenal Stanislaw Dziwisz, luego
del atentado el Papa Wojtyla se acercó más a la devoción por la Virgen de
Fátima convencido de que Santa María lo protegió.
También, en mayo de 2006 durante un ángelus dominical,
Benedicto XVI recordó que el Papa Wojtyla “sintió haber sido milagrosamente
salvado de la muerte gracias a la intervención de ‘una mano maternal’.
El Papa peregrino señaló en una oportunidad que cuando fue
alcanzado por la bala, no se dio cuenta en un primer momento que era el
"aniversario del día en que la Virgen se apareció a tres niños en
Fátima". Luego narró que fue su secretario personal quien se lo dijo
después de la operación en la que le extrajeron un proyectil del intestino.
Fueron cuatro balas las que alcanzaron a San Juan Pablo II,
dos de ellas se alojaron en su intestino, otra impactó en su brazo derecho y la
cuarta bala en la mano izquierda.
Durante su etapa de convalecencia, San Juan Pablo II estudió
al detalle los informes de las apariciones de Fátima y al año del atentado
viajó por primera vez a su santuario en Portugal para "agradecer a la
Virgen su intervención para la salvación de mi vida y el restablecimiento de mi
salud".
En diciembre de 1983, el Santo visitó y perdonó en la cárcel
a Agca quien expresó: "¿Por qué no murió? Yo sé que apunté el arma como
debía y sé que la bala era devastadora y mortal. ¿Por qué entonces no murió? ¿Por
qué todos hablan de Fátima?"
En 1984, el Papa Wojtyla formalizó su devoción y
agradecimiento a la Virgen donando al santuario de Fátima la bala que le
extrajeron y que fue engarzada en la aureola de la corona de la imagen.
La faja blanca que el Pontífice llevaba el día del atentado,
fue donada al Santuario Mariano polaco de Jasna Gora, cuya Virgen es venerada
desde hace siglos por sus compatriotas como símbolo de la unidad nacional.
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