"El gozo espiritual es la
mejor señal de que la gracia habita en un alma", escribió una vez San
Buenaventura, Doctor de la Iglesia, conocido como “Doctor Seráfico” por sus
escritos encendidos de fe y amor al Señor.
San Buenaventura nació en Italia
por el 1221. Después de tomar el hábito de la orden franciscana, estudió en la
Universidad de París (Francia). Más adelante enseñó teología y Sagrada
Escritura en ese mismo centro de estudios.
Dedicaba mucho tiempo a la
oración y su rostro alegre y sereno era el reflejo de su alma. Sin embargo,
empezó a considerarse indigno, lleno de faltas, y algunas veces se abstenía de
comulgar, a pesar que su alma lo deseaba con todo su amor.
Pero Dios le mostró su
misericordia y tuvo una revelación divina en la que recibió la comunión. Desde
aquel día, San Buenaventura comulgó normalmente y luego se preparó a recibir el
orden sacerdotal.
Compuso su “Comentario sobre las
sentencias de Pedro Lombardo”, que es una gran suma de teología escolástica.
"La manera como se expresa sobre la teología, indica que el Espíritu Santo
hablaba por su boca”, decía el Papa Sixto IV de esta obra.
Por ese tiempo se desencadenó un
ataque de algunos profesores de la Universidad de París contra los
franciscanos, producto de la envidia e incomodidad que generaban los éxitos
pastorales de la vida santa de los miembros de la orden.
El Papa intervino y después de
una investigación se les devolvió sus cátedras a los hijos de San Francisco. En
1257 San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino recibieron el título de doctores.
San Buenaventura es elegido
superior general de los frailes menores y asume una orden desgarrada entre los
que pedían una severidad inflexible y los que deseaban que se mitigase la regla
original. De esta manera, el Santo empezó a escribir la vida de san Francisco
de Asís.
En una ocasión Santo Tomás de
Aquino fue a visitar a Buenaventura cuando escribía sobre “el pobre de Asís”.
Al llegar lo encontró en su celda en plena contemplación y Santo Tomás se
retiró diciendo: “Dejemos a un Santo trabajar por otro Santo”. Esta obra biográfica
se llamó “La Leyenda Mayor”.
Fue nombrado Cardenal Obispo de
Albano y llamado inmediatamente a Roma. El Papa Gregorio X le encomendó la
preparación de los temas del Concilio ecuménico de Lyon sobre la unión con los
griegos ortodoxos, en la que participó activamente.
Renunció a su cargo de superior
general de la orden y poco tiempo después partió a la Casa del Padre la noche
del 14 al 15 de julio de 1274 en Lyon.
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